miércoles, 21 de septiembre de 2016

TIEMPO

Desvaneció sin más. Todo cuanto había creado se desmoronó en un instante; sus sueños, sus anhelos, sus proyectos, su positividad, incluso su cordura. Su mirada dejó de brillar. Su sonrisa dejó de transmitir serenidad. Su cuerpo dejó de enamorar. Tan sólo le quedaron sus manos llenas de heridas por tratar de escapar de la soledad. Su piel envejeció a un ritmo acelerado, su mente seguía siendo joven pero su imagen se deterioraba cada vez más. Añoraba el tiempo que invirtió en lágrimas de sal. Imploró dar marcha atrás; quiso parar el tiempo para recuperar todos los momentos que dejó escapar, todos los segundos que malgastó en hacer feliz a los demás olvidando buscar su propia felicidad. Quiso recuperar las horas perdidas cuando ya se encontraba encerrada en un ataúd de cristal. Desapareció sin más. Olvidó que la vida no da una segunda oportunidad, olvidó alcanzar su bienestar; disfrutar cada momento como si al caer la noche llegase su funeral, olvidó que la juventud es efímera y superficial. 
Entonces despertó sin más. Recuperó instantes; su cordura, su positividad, sus proyectos, sus anhelos, incluso sus sueños. Su mirada volvió a brillar. Su sonrisa comenzó a desprender serenidad. Su cuerpo volvió a enamorar. Sus firmes manos la ayudaron a escapar de la soledad. Su piel rejuveneció al despertar, y desde aquel amanecer dejó de añorar tiempos pasados y comenzó a vivir la realidad.  

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